Habla de cómo enseñamos a nuestros hijos a cuidarse, a valorarse y a expresar su personalidad desde pequeños. Vestir adecuadamente no es una cuestión de lujo, sino de autoestima y actitud.
Un niño que se siente cómodo, y a gusto con su ropa, camina con más seguridad, sonríe más y se atreve a ser él mismo. Y eso, al final, es lo que todo progenitor quiere: que su hijo se sienta feliz, seguro y orgulloso de quién es. Así que sí: la ropa importa. No por vanidad, sino por educación emocional, confianza y estilo de vida. Porque cuando los peques se ven bien, también se sienten bien.